Sobre mí

Con la yegua "Brinca", mis primeros recuerdos de pequeño.

Mi padre, siempre ha sabido trasmitirme su afición incansable.

"Época"Cto de España alevínes 1995, Bilbao y en la Feria de Abril

Campeonato de Andalucía de Concurso Completo 2005.

Con Manuel Pimentel y mi abuelo Ángel en Yeguada Almuzara.

Con "Limbo I" ejecutando una cabriola.

Habiendo dado el caballo tantos éxitos a mi familia, os tengo que confesar que mi madre siempre quiso unos estudios e idiomas para mí. Ella no entendían que con esta genética había que intentarlo, así que mi casa parecía más bien una academia por las tardes y mi premio era poder montar a caballo. Todavía recuerdo como le decía a mi padre que no me dieran caballos buenos, porque me podía ilusionar y como me pase el verano de mis 16 años limpiando cuadras en Alemania. Termine entendiendo que lo hacía porque me enfrentaba a un mundo casi imposible, en el que se vive de milagro o del milagro en muchas ocasiones.

La primera imagen que me viene de la niñez es cuando cabalgaba sobre "Brica" hija de "Cabriola", me la mandó mi abuelo a la finca, y con ella tomé la alternativa para descubrir la pasión que me despierta el mundo del caballo.

De ella había una letra que cantaba mi tío Rafael y que llegó a ser según cuenta disco platino:

"Yo tengo una yegua en casa, ella se llama Brinca, es hija de Cabriola y ha resultado muy lista. Una noche en el molino al cuadrero sorprendió y con un caballo amigo se fueron juntos los dos. Cuando menos lo esperaba ella tuvo un potrito príncipe de la manada y le pusimos Pachito".

Tras la "Brinca" mi padre compró "Época" al mayoral de la ganadería de mi abuelo "Paco el Míster", le costó 300000 pesetas. "Época" y yo, pasábamos demasiadas horas juntos y teníamos la misma locura. Éramos dos potros salvajes que aprendíamos de nuestros maestros a la vez que íbamos creciendo y cuando se despistaban aprovechábamos para torear al toro del viento y ponerle alguna banderilla. Fueron años inolvidables compitiendo y peleando arriba en las categorías inferiores, en las que nos pudimos colgar alguna medalla en la disciplina de salto. Recuerdo como se hizo con la final del Campeonato de España de alevín en Getxo año 95, el Oro en el 97 por equipos en infantiles y Bronce individual en el de Andalucía de ese mismo año. En estas categorías hay que aprovechar porque los caballos a partir de juveniles ya son de otra pasta en todos los sentidos. Siempre encontraba un hueco para ella en el camión de mi tío Luis Astolfi, con Luis lo pasaba genial. También recuerdo mis veranos de concursos durmiendo en el camión con "El lechero" un mozo con el que aprendí de la vida, en una ocasión por una travesura intencionada estuve a punto de que me quitaran la licencia... era un poco malo, como cualquier chiquillo de esa edad.

A esta etapa inolvidable en cierta ocasión le dedique una letra que la menciona:

Época de la inocencia,

De disfrute y alegría,

Época de plata y oro,

De saltos que da la vida.

Época de grandes retos,

De pasiones encendidas,

Época de amores nuevos,

"Época" la yegua mía.

Saltando a la Época profesional, a la edad de los 26 años conozco a una de las persona más importantes y que le dará un giro trascendental a mi vida, D. Manuel Pimentel. En ese entonces él me confío un proyecto para hacer sostenible su yeguada, el cual lo utilicé como tesis de fin de estudios universitarios. Teniendo una localización privilegiada a las puertas de Córdoba, en un enclave muy próximo a la ciudad palatina de Medina-Azahara y en las mismas Dehesas dónde tuvo el origen del caballo español, amuralladas por Felipe II en el siglo XVI. Nuestra nueva esperanza iba a ser el turismo y poner a facturar a esos caballos creando espectáculos y experiencias ecuestres.

Aquí llega un relato con un caballo que me lo daría todo, se llamaba Payaso y sobre él escribí nuestra historia, fue mi inicio en este mundo tan bonito. Quizás ese trampolín que me faltaba, o esa inyección de moral que necesitaba para poco a poco ir creyéndome que es posible tener éxito con cualquier caballo y a cualquier edad.

"Payaso" era el caballo del vaquero de la finca y no tenía más ambición que revisar el ganado en contadas ocasiones. Un ejemplar de Pura Raza Española, castrado y con un cuerpo de caballo tiro. Dentro llevaba un corazón que era capaz de atravesar fronteras, y de tantas horas que echábamos juntos llegó a destacar en disciplinas que no son comunes de su raza como el Salto o el Raid. Recibió el premio al mejor caballo del Nacional de Saltos Ciudad de Córdoba en el 2014, se hacía pruebas de 1,20 con un niño de 12 años... En cuanto a resistencia fue seleccionado por el Centro de Medicina Deportiva de la facultad Veterinaria de Córdoba y le hicieron un estudio para establecer un ideal sobre el rendimiento para el deporte en el Caballo Español.

En esta yeguada casualmente nació el siguiente caballo fundamental en mi corta vida como jinete, el caballo más difícil y peligroso que os podéis imaginar. "Limbo" como yo le decía a mi abuelo es como si llevara al "Centauro" dentro, hacía cosas que no se las había enseñado. Es el caballo que me acerca a sentir la equitación, el pellizco de cabalgar sobre un artista y el aprovechar un defecto para llegar a transformarlo en una virtud. Es a través de este animal cuándo me armo de valor para empezar un camino en solitario, termino comprándolo tras acudir a la cita como artista invitado al concierto de Violín flamenco en la Plaza de Toros de Azuaga en el 2017, el genio "Paco Montalvo" nos esperaba con su música... un día que hizo que me enamorara aún más de él. Si tengo que escoger otro momento es cuándo tuvimos la iniciativa de colaborar para un proyecto en la localidad de Ocotal, Nicaragua y así ayudar a las niñas de las comunidades indígenas que puedan ir a la escuela a través de un calendario solidario, que se ha convertido a día de hoy en una importante fuente de ingresos para ellos. Pero sin duda el día más duro y bonito que pude compartir con él fue el pasado 7 de abril 2018, fallecía mi abuelo Ángel y por delante me esperaba una actuación en la finca los fresnos, Badajoz.

Fue emotivo el 2018, pues vino cargado de homenajes a la figura de mi abuelo, en la Plaza de Toros de Villanueva de Córdoba le pude hablar desde mi caballo mientras lo exhibía en Alta Escuela. También me gustaría destacar lo especial que fue para mi el homenaje a uno de los espejos en el que yo me miro, tengo una conexión muy especial con Ignacio López Porras y pude ir de artista invitado en La Puebla de Guzmán (Huelva). La participación en en el espectáculo Anducab, y la incorporación de una nueva estrella en la cuadra "Regalito", sería el remate a este año de lanzamiento en solitario. 

El 2019 lo arrancamos con una actuación benéfica en la plaza de toros de Córdoba, para la investigación contra el Cáncer. Fue un año marcado por una decisión que daría un gran salto de ambición a mi proyecto profesional. En el marco de la formación me traslado a Sevilla para continuar creciendo con el maestro Ricardo Navas, un genio y referente en el mundo del arte ecuestre. Mi otra disciplina que es la hípica la entreno en Cádiz con Carlos Bosch, querer crecer te implica hacer muchos kilómetros y una cosa que me decía mi abuelo; "No hay que pensar que las cosas están bien, sino que pueden estar mejor" . En cuanto al mundo del turismo de lujo,  abro horinzonte creando nuevas experiencias en Málaga y Sevilla, que se sumarían a las ya consolidadas en Córdoba.

Una de mis facetas que llevaría dentro pero aún no la había sacado hasta mi llegada a Córdoba es la de escribir pensamientos, alguna poesía y por último una obra de la que sale el espectáculo "Don Juan a Caballo". En esta obra se inspira el segundo calendario solidario que corresponde a la edición 2020, de nuevo para el internado de las chicas de Nicaragua.

Definiría mi vida con esta reflexión:

"Voy buscando un camino dejándome llevar por lo que va saliendo al paso, todo tiene un ayer, y vamos acumulando pistas, para poder seguir avanzando... la vida es como un juego que no deja de sorprendernos".

Diría que además de los caballos a los que le debo mi aprendizaje es a mis maestros y compañeros jinetes...

"La doma de un caballo son años, muchos días de no dormir por las noche, siempre pensando de que forma podremos sacarle lo mejor a cada ejemplar... Algunas veces faltan fuerzas, otras vemos una luz al final del túnel que nos hace avanzar y recuperar la moral que necesita nuestro caballo sentir en nosotros.

Siempre hay un apoyo para cada jinete, en mi caso esa voz que nos sigue en cada ejercicio, ese empuje que nos lleva a soñar con lo más bonito de todo, la equitación".

Humilde y disfrutón como pocos, ese espejo de valores y caballero admirado desde pequeño, tengo la suerte de crecer junto a él y recibir tardes de entrenamientos de Luis Astolfi.